Steven Soderbergh inaugura esta edición del Festival de Sitges con una apuesta por el terror, y las casas encantadas, que innova en darnos el punto de vista del espíritu para contar la historia.

Una familia se muda a una nueva casa donde habita un espíritu. El espíritu va moviéndose por la casa y a través de él vamos descubriendo las historias de la familia.

Lo primero que no me ha gustado ha sido el gran angular que se usa para simular la visión del espíritu. Le quita toda la importancia a la fotografía porque da un aspecto de estar grabado con un móvil, que para mí me ha tirado para atrás.

El segundo gran problema es el ritmo, extremadamente lento para mi gusto. La película dura 80 minutos y se me ha hecho larguísima, con eso lo digo todo.

Entiendo que haya gente a la que le pueda gustar, pero yo no he conectado nada con ella y me ha parecido una gran decepción, donde ni los actores, que están bien dentro de todo, pueden salvar el resultado final.

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