Triangle of Sadness
Triangle of Sadness ha levantado bastante espectación, primero por su Palma de Oro en Cannes, y después por sus tres nominaciones a los Oscar, incluyendo Mejor Película, y sabiendo que es una comedia, y lo poco que suelen estar presentes las comedias en estos premios, la curiosidad era máxima, y ya adelanto, que las espectativas se han cumplido.
Tras la Semana de la moda, Carl y Yaya, pareja de modelos e influencers, son invitados a un yate en un crucero de lujo. Mientras que la tripulación brinda todas las atenciones necesarias a los ricos invitados, el capitán se niega a salir de su cabina, a pesar de la llegada inminente de la célebre cena de gala. Los eventos toman un giro inesperado y el equilibrio de poder se invierte cuando se levanta una tormenta que pone en peligro el confort de los pasajeros.
La verdad es que no tenía ni idea de la trame de la película, lo más que sabia era que había un barco de por medio, pero nada más, así que desde el principio me sentí algo desconcertado con su primera media hora, luego parece que va tomando un camino, para acabar girando de nuevo y ofrecernos un nuevo planteamiento, y todos estos giros, sirven a la perfección para que vaya haciendo mella el mensaje.
Triangle of Sadness, un poco siguiendo la estela de Parásitos, nos muestra los diferentes estratos de nuestra sociedad y como de separados están sus estrenos, pero creo que aquí funciona mucho mejor que en la cinta coreana, con un humor negro que seguro no será para todos los gustos, y una crudeza en muchos momentos, bastante inusual en el cine más comercial.
Sus protagonistas son un punto muy importante, porque hacen creíble toda esta rocambolesca historia, y clavan los estereotipos que plantean, sin resultar artificiales. Todo un acierto.
Sin duda una de las películas del año, con mucha mala leche y un guión divertidísimo que no deja de sorprender, desde el primer minuto, hasta el último.